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Resumen La hojarasca

La hojarasca, trata de la historia del entierro de un hombre, un médico misterioso y odiado, al que sus vecinos quieren dejar insepulto. Al mismo tiempo es la historia del odio acumulado durante veinticinco años en Macondo, un lugar llamado a ser, pocos años después, famoso en el mundo entero.
La obra comienza con la muerte de un médico innominado, que cayó en desgracia con el pueblo de Macondo y que un buen día decidió ahorcarse, para mostrarse por primera vez, como dice Gabo, "cómodamente muerto", en el velatorio del doctor del pueblo.
La historia es narrada a través de los monólogos de tres personajes de una misma familia: un viejo coronel (el abuelo), Isabel (hija del coronel), y el hijo de Isabel.
A través de los ojos del niño, te puedes pasear por los fríos y tristes alrededores de la muerte y del velatorio (la muerte de una persona y su cortejo, la muerte del pueblo y su procesión); los mismos ojos te cuentan el ocaso del pueblo; fundidas sus riquezas y apagado su esplendor por las guerras y las crisis; esas mismas que llenaron las calles y las casas de "una hojarasca formada de desperdicios naturales y humanos". De pronto, llegó la compañía bananera perseguida por “la hojarasca”(era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos: rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil.) La hojarasca era implacable, contaminando todo de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte.
En el texto coexisten dos fuerzas antagónicas e irreconciliables que presentan dos visiones del mundo, igualmente opuestas. "Nosotros", paradigma del orden (conformado por las familias fundadoras de Macondo y representado por la figura mítica del Coronel), tiene como oponente al cantante "hojarasca" (formado por los desplazados de las guerras civiles alentados por la oportunidad de trabajo que abre la llegada de la compañía extranjera a Macondo), paradigma de lo entrópico que instituye nuevos héroes contradictores de los valores occidentales y lleva a cabo un proceso de organización desintegradota.
Todo enmarcado dentro de un proceso de evolución histórica de la región del norte-costera de Colombia, basado en la "eliminación del elemento autóctono y en la importación de población nueva. Como resultado obtenemos una sociedad básicamente compuesta por gente recién llegada “ los recién llegados” ( expresión aparece en el prólogo de la novela) y un sincretismo cultural y racial que genera esa visión del mundo completamente nueva y original.
La Hojarasca nos muestra, la ideología de un patriciado liberal en crisis es, en apariencia, el punto de vista ideológico que organiza el desarrollo del relato, pues el verdadero propósito de la novela es la "representación-evaluación" del advenimiento (¿de la postergación?) de la modernidad en Colombia.
El elemento responsable del sentido en el texto de la novela, es una formación social que enmarca el desarrollo histórico de la región caribeña colombiana dentro de la caracterización de Pueblo Nuevo y la opone a la de los "Pueblos Testimonios" de la región Andina. Esta formación social implica, como ya se dijo, la eliminación-obliteración de la población autóctona y la importación de mano de obra esclava, en primera instancia, y luego, asalariada, producto de los flujos migratorios tan importantes en la conformación de todas las sociedades del Caribe.
En la novela, esta formación social se ve a través de tres articuladores semióticos: la figura del extranjero, la desaparición de Meme y la deshumanización de los guajiros, y a través de la técnica del metarrelato o relato espejo.
Macondo, pueblo reciente conformado por recién llegados (solo tiene unos 30 años, la edad de Isabel) y el propósito último de la novela es precisamente mostrar ese origen cercano, esa "novedad" y su evolución. La intención del autor probablemente es buscar su origen, escudriñar su identidad, responderse a la pregunta: ¿De donde vengo? "De extranjeros, de recién llegados", parece ser la respuesta. Por eso son ellos los dinamizadores de la trama de la novela. El relato gira en torno al extranjero médico; el liderazgo en el pueblo es ejercido por el cachorro, otro recién llegado; Martín ejerce singular atracción sobre las mujeres de Macondo, e incluso, sobre el coronel; el coronel mismo es un recién llegado. Las uniones en el pueblo de las que tenemos conocimiento se dan siempre con extranjeros: Meme-Médico, Isabel-Martín, Genoveva-Titiriteros, signo inequívoco de la tendencia integracionista y de la tendencia al sincretismo de las sociedades caribeñas.
En el texto aparece una semiótica referida a lo foráneo como elemento integral y constitutivo de Macondo: "La hojarasca volteó y salió a recibirlo y con la vuelta perdió el impulso, pero logró unidad y solidez; y sufrió el natural proceso de fermentación y se incorporó a los gérmenes de la tierra."
Si uno de los rasgos de los pueblos contiguos al mar Caribe fue el extermino casi total de la población autóctona, nos preguntamos por qué aparecen indígenas en un texto que pretende erigirse como imagen especular de la región donde se desarrolla; y, adicionalmente, y aún más intrigante: ¿Por qué guajiros? Cabe recordar, señalar que "el contacto de los españoles con la población indígena, tuvo drásticos efectos sobre ésta" y como el mismo autor continúa diciendo "los indígenas fueron reemplazados por negros traídos de las antillas y del Africa, con lo cual se incidía en la modificación de la encomienda como sistema de producción ante la impresionante desaparición de los indígenas."
En el texto se convierte este proceso de exterminio a partir de un articulador semiótico: la desaparición de la india Meme y su descendencia. Este, a su vez, se articula discursivamente a través de la oposición del discurso oficial del extranjero "causante del exterminio": "en cuanto a Meme nos dio una explicación que habría podido parecer pueril, pero que fue dicha por él con el mismo acento con que habría dicho su verdad. Dijo que Meme se había ido, eso era todo". Así, a través del discurso no-oficial portado por un pasquín: "Pero en el pasquín que apareció en esta esquina se decía que el médico asesinó a su concubina y le dio sepultura en el huerto"
En la obra se utiliza la técnica del dato escondido, en cuanto a la descendencia indígena, es decir, "narración por omisión o por omisiones significativas, silenciando temporal o definitivamente ciertos datos de la historia para dar más relieve o fuerza narrativa a esos mismos datos que han sido momentánea o totalmente suprimidos", principio de organización narrativa muy apropiado para este caso, pues el discurso oficial, el del extranjero, es el que oculta y omite el dato: "Dígame una cosa, doctor: ¿Qué fue de la criatura? El no modificó la expresión: ¿Qué criatura, coronel?", "Tiene razón, coronel. Hasta me había olvidado de eso", con esto, el autor y su región, se explican, se piensan. Sin embargo, aún queda por resolver el hecho más intrigante en este sentido: ¿Por qué guajiros? La respuesta parece residir, en mi opinión, en una formación social mucho más específica que se presenta en el departamento del Gran Magdalena, una de las subregiones de la costa Caribe colombiana, compuesta hasta los años sesenta por las regiones del Magdalena, La Guajira y El Cesar, territorios sobre los cuales la ciudad de Santa Marta ejercía importante influencia como capital. Según Adriana Mercedes Corso, "las actividades administrativas de la gobernación, las sesiones de la Asamblea Departamental, la oferta de servicios financieros (v. gr. la Caja Agraria) para esos territorios se realizaban en Santa Marta y se ofrecía educación de calidad en el Liceo Celedón, claustro en el cual se formaron muchos cesarenses y guajiros." Producto de esa situación de primacía, encontramos una formación ideológica que señala la superioridad de los samarios y la inferioridad de los guajiros, tendencia xenofóbica que señala la categorización de vasallos para los últimos y señores para los primeros. Es por eso que el pueblo ve con 'malos ojos' la actitud de Meme de pretender ser una señora y está a punto de apedrearla: "Meme se había presentado a la iglesia, adornada como una cualquiera elevada a la categoría de señora". Y por eso Isabel la ve "vestida más como un pesebre de navidad que como una señora"
La estructura ideológica se refleja en la obra a partir de la deshumanización de los guajiros vasallos del Coronel. Así, para Isabel son "animales amaestrados en un circo" , para el niño "cuatro cuervos en un caballete" y para el Coronel, una posesión, por eso los llama "mis hombres" . Como señala Vargas Llosa, los guajiros "apenas son personas: meras presencias, se confunden con las vigas, con el catre solitario, con el ataúd."
El relato espejo:
La parte mas importante de la mise en abime de la región caribeña hecha por el autor esta en la narración hecha por el niño. La pregunta obligada parece ser: ¿Por qué es el niño quien inicia y termina narrando en La Hojarasca, si el desconoce en su mayoría los datos de la historia? Mi hipótesis se orienta a que la inserción de su narración no tiene nada que ver con la historia del doctor narrada por los otros dos personajes, y a que, más bien, estamos en presencia de un metarrelato o relato espejo que pretende ser una explicación, una revelación del propósito central de la novela: la formación de un pueblo nuevo o pueblo caribeño.
Los monólogos del niño son la representación de un despertar, de una iniciación: "Por primera vez he visto un cadáver", "He pasado frente al espejo de la sala y me he visto de cuerpo entero", "...Y he pensado: ese soy yo, como si hoy fuera domingo". El niño aparece, entonces, como símbolo de ese pueblo naciente, nuevo, inocente, en proceso de aprendizaje. Un pueblo sin pasado mítico y sin conciencia de futuro. De ahí que la narración del niño se desarrolle casi siempre en presente.
Si bien el personaje que tiene relación con el Mersault de Camus es el médico, el discurso existencial aflora, de manera explícita, en los monólogos del niño como signo inequívoco de esa búsqueda identitaria, de esa filosofía del ser. García Márquez, al igual que Hector Rojas Herazo, poeta y compañero del grupo de Cartagena, "sigue la línea heidegeriana del existencialismo ateo en la que el ser no se concibe de modo indirecto por vía del pensamiento intelectivo sino tan solo directamente revelándose al hombre a través de su existencia personal". Como en el autor sucreño, el conocimiento del mundo se hace a través de los sentidos así lo vemos en frases como : "veo que tienen la cabeza acerada y un pañuelo amarrado a la mandíbula.", "veo que tiene la boca un poco abierta" , "Y sentí ese olor a desperdicios" , "y oigo a lo lejos el pito del tren que se pierde en la última vuelta", "Yo conozco los cuartos por el olor".
La aparición del discurso existencial se explica, "en razón a una formación ideológica asociada al centralismo como actitud dominante en Colombia desde la década del 40 que de acuerdo con Jacques Gilard, se mostraba 'inmune a las disonancias de unas periferias cuya existencia no se reconocía sino en dosis homeopáticas' y que a finales de los 40 fue defendida y sustentada por el suplemento literario del periódico El tiempo, por unos años la publicación cultural de más amplia difusión en el país y cuyos colaboradores (Germán Arciniegas, Eduardo Caballero Calderón, entre otros) eran enemigos acérrimos del pensamiento existencialista". El mismo García Márquez corrobora su apego al existencialismo en una entrevista con José Luis Díaz-Granados, al ser consultada su opinión sobre un cuento de éste último: "Está bueno el cuento. Pero no es existencialista."
Asi vemos que, la narración del niño se constituye en metarrelato, es decir, relato que habla de sí mismo; en relato espejo que se constituye en 'señal' del texto básico que ayuda a clarificar el propósito central de éste.
Visión caribe del mundo y panteón de héroes caribeños
Del mismo modo , la novela patenta la emergencia de una visión caribeña sui generis que instituye valores igualmente singulares, en marcada oposición a los valores occidentales fundamentados en la moral cristiana, introduciendo, de paso, un nuevo tipo de figuras "heroicas" que, como lo señala el profesor Avella , no siguen las reglas del juego sino que se juegan la regla.

PERSONAJES:
De los personajes que caben resaltar en la novela es, quizá, El Cachorro, la representación del anti-sacerdote, religioso que no preconiza las bondades de la moral cristiana, defiende a un ateo y no lee la Biblia. El Cachorro es poco ortodoxo y menos doctrinario y, por tanto, muy caribe. Es uno de los representantes del desorden y aunque nació en el pueblo, también es un extranjero que llegó junto con la hojarasca. Para todos tiene características heroicas, incluso para el coronel, representante del orden, por ello es uno de los elementos que corrobora la desestabilización de la visión del mundo occidental y de la ideología conservadora-moralista que va de la mano con ella por parte de la visión caribeña.
La figura del sacerdote en “no religioso" parece surgir de una tendencia social y religiosa escenificada a partir del Segundo Concilio Vaticano en una nueva generación de sacerdotes que, en palabras de Jaime Eduardo Jaramillo, "expresan una visión notablemente más secularizada que muchos de sus antecesores expresada en una enseñanza religiosa más moderna, tolerante y pragmática"
El cachorro, a su vez, determina otra figura en el panteón caribe: el almanaque Bristol, reemplazando a uno de los símbolos más sagrados del mundo occidental: La Biblia. El mismo Coronel lo deja ver: "De todos modos, lo que suceda tenía que suceder, como si lo hubiera anunciado el almanaque." Claro está que el ataque de García Márquez a la religión, en este sentido, también se encuentra ligado al papel de la iglesia católica como aparato ideológico y represivo del Estado durante la hegemonía conservadora de mitad de siglo.
La otro personaje heroico caribeño reflejada en la novela, es la del trickster, tal vez la de mayor recurrencia en las manifestaciones folclóricas de todo el gran Caribe (recordemos a Ananse, por ejemplo). Martín, el esposo de Isabel, es la clara representación del ser astuto que logra engañar a todos valiéndose de los más ingeniosos ardides, consiguiendo la admiración de todos por ello. Así, Martín desposa a Isabel con el objetivo de ganarse la confianza del Coronel y llevar a cabo una empresa con el respaldo de los bienes de éste. A pesar de que ha desaparecido desde hace nueve años, el Coronel piensa: "han transcurrido nueve años pero no por ello tengo derecho a pensar que era un estafador. No tengo derecho a pensar que su matrimonio fue apenas una coartada para persuadirme de su buena fé." . Sin embargo, en el fondo, el Coronel sabe que ha sido engañado por un especialista en timos y por eso señala más adelante: "si ambos nos equivocamos al confiar en Martín, corre como error compartido". Además, el coronel deja entrever cierta admiración por el astuto joven: "llegó a mi casa con un saco de cuatro botones, segregando juventud y dinamismo por todos los poros, envuelto en una luminosa atmósfera de simpatía" . Isabel advierte esa situación: "Martín parecía vinculado a mi padre por una entrañable y sólida amistad y éste hablaba de aquél como si fuera él y no yo quien iba a casarse con Martín".
El juego de las reglas se puede ver en la conversación del alcalde con el Coronel acerca del entierro del doctor. El alcalde se erige como el deshonesto, el hombre que se enfrenta al mundo adverso y sobrevive en una situación precaria jugándose la regla: "Y entonces comprendo que es deliberadamente ilógico, que está inventando trabas para impedir el entierro." Es aquí donde la desestabilización de esa visión del mundo occidental, lógica y racional, llega a su punto máximo. Es la visión caribe, anti-lógica y entrópica la que organiza claramente el desarrollo del relato y las relaciones de los personajes, pues el Coronel comienza a tener una visión menos ortodoxa: "Coronel, esto podríamos arreglarlo de otro modo. Y yo, sin darle tiempo a terminar, le digo: «Cuánto»".